Nueva Esperanza

Doce discursos
del
Rev. Sun Myung Moon

DIOS PUEDE PROTEGERNOS

     No importa quien seas, no has nacido por un acto de tu propia voluntad. Desde el nacimiento hasta una cierta edad no te das cuenta de tu propósito de la vida o tu papel en la vida. No es sino cuando llegas a la adolescencia, cuando empiezas a considerar tu propósito de la vida, cuando piensas acerca de qué tipo de vida vas a llevar, y cuando aprendes acerca de la naturaleza de la sociedad humana como un conjunto. Después de atravesar la etapa de la adolescencia, entras en el primer período de juventud, cuando tu filosofía de la vida llegará a estar completamente desarrollada. Sin embargo, solamente en la vejez tu punto de vista de la vida llegará a ser completamente maduro, tu comprensión de qué es realmente la vida llegara a ser clara.

     Un individuo no puede vivir solo, centrado en si mismo. Para vivir necesitamos a nuestros amigos, nuestra familia y nuestros vecinos, y sociedad a nuestro alrededor. Ampliando nuestro horizonte, podemos vivir la vida en el nivel nacional, y finalmente en el nivel mundial. Cada hombre lucha duramente para llegar a ser una persona importante, y a lo más, una figura de importancia histórica. Solamente unos cuantos pueden alcanzar esta alta meta, mientras que la mayoría no puede alcanzar este nivel. La mayoría de la gente pasa al mundo espiritual después de su muerte física sin ser capaces de alcanzar esta meta. Esta es la forma común de vida para
todos los hombres y el destino de la humanidad.

     Sin embargo, vemos muchos tipos diferentes de gente caminando en el sendero de la vida. Algunos van derechos hacia delante, otros de lado, otros de espaldas, mientras que otros van en zigzag. Lo que hagas en tu vida son líneas trazadas detrás de ti. Aunque todavía eres joven, cuando mires hacia atrás, a tu pasado, deben haber habido días felices y días infelices, días fáciles y difíciles, días significativos y días de pesadumbre. Desde el punto de vista de tu propio interés, estoy seguro que has experimentado más días infelices que felices, a causa del medio ambiente desfavorable que existe hoy en el mundo. Muy probablemente no estás en la posición de estar orgulloso de ti mismo aunque tengas confianza en lo que haces. Nadie puede decir lo que ocurrirá en el próximo momento. Esta ha sido la naturaleza de nuestro destino como seres humanos.

     En otras palabras, puedes ir a trabajar por la mañana con feliz expectación, pero nadie puede garantizar tu seguridad durante todo el día. Aunque tu trabajo esté cerca, nunca puedes confiarte demasiado porque aún a una corta distancia del umbral de tu puerta puedes tener un accidente de coche. Nadie puede decir qué nos tiene reservado nuestro destino. Hasta puedes conocer gente aparentemente agradable en lugares aparentemente agradables, pero el resultado no es necesariamente bueno, podría incluso traerte una desgracia imprevista. Pasar un examen puede ser la meta de la gente que estudia duramente. Pero en el mismo momento que una persona encuentra que ha pasado el examen, podría suceder alguna tragedia. Nadie puede decirlo. Suponed un hombre y una mujer que se aman tiernamente el uno al otro, y están confiando en que van a vivir como la pareja más ideal en el mundo entero. Pero precisamente en la ceremonia de la boda puede surgir algo inesperado. De aquí podemos deducir que un hombre nunca puede estar demasiado seguro de tener un futuro claro. Hay muchos ejemplos en el mundo en los cuales nos vemos obligados a ir por el camino opuesto al que hubiéramos seguido si lo hubiéramos escogido por nuestra propia elección. Podemos pensar que la vida nos pertenece, pero encontramos que no siempre somos libres de pasar nuestras vidas como deseamos. Es lo que sucede con la vida. Por consiguiente, estamos caminando en el sendero de la vida sin confianza, sin saber que podemos encontrar en el camino. Estamos tanteando en la obscuridad cada día de nuestra vida en busca de una flamante esperanza que prometa proveer algo bueno.

     Pero no hay muchas cosas a nuestro alrededor que mantengan tal promesa para el bien. Las cosas son usualmente de la forma contraria; encontramos más tragedia que bondad. Entonces ¿hay un lugar donde podamos estar relajados y tranquilos? Nadie puede estar relajado y tranquilo cuando está totalmente solo. Necesitáis a alguien que pueda por lo menos defenderos y protegeros. ¿Quién puede ser ese alguien? Vuestros padres pueden ser capaces de desempeñar este papel externamente, protegiéndoos hasta un cierto punto. Pero no pueden garantizar vuestra vida ante la muerte, ni vuestros amigos pueden, ni vuestra nación con todo su poder. Suponed que el mundo entero es movido a ayudaros, no puede tomar la responsabilidad de vuestra vida. Entonces ¿quién puede tomar la responsabilidad? Debemos encontrar a alguien que pueda hacerlo, de otra manera sabemos que estaremos infelices y expuestos, aunque queramos estar felices o tranquilos.

     Queremos que alguien nos proteja en nuestro camino del destino. Debe transcender la historia, es decir, el pasado, el presente y el futuro. Debe transcender tiempo y espacio. Desgraciadamente el hombre mismo no puede transcenderlo por muy grande que sea. Por consiguiente, estamos muy necesitados de alguien así, alguien que pueda tomar la
responsabilidad para nuestra vida de fe. Si no podemos encontrar a alguien así en la sociedad humana, querríamos creer en alguien en nuestra imaginación y fantasía que nos protegiese. Pero si realmente existiera tal entidad, ¡qué felices seríamos! Qué impacientes estaríamos de localizarlo. Cuanto mas difícil llega a ser el medio ambiente, más inseguros llegamos a estar, y ardientemente partimos en su búsqueda. En esta situación, si no tratáis de confirmar su existencia y entrar en una buena relación con él, nunca podréis estar seguros de vuestra vida.

     Entonces ¿qué clase de relación querrías tener con Dios? Puede haber maestros que sean nuestros mayores, y que puedan protegernos con su posición, riquezas y conocimiento. Pero es más deseable tener a alguien que nos proteja con el celo del amor. Si vamos a ser protegidos, queremos ser protegidos no solo para el tiempo de vida, sino para la eternidad. Entonces ¿quién en el mundo podría hacerlo? Nuestros padres Necesitamos a nuestros padres. Después necesitamos hermanos y hermanas, y también necesitamos a nuestro cónyuge y entonces a nuestros hijos. Con ellos disfrutamos la felicidad de nuestra vida. Pero no importa lo hermoso que pueda ser un día con otras personas alegrándonos en la felicidad de nuestro ambiente, si alguien a quien amamos está al borde de la muerte, no podemos disfrutar en todo el resto del día. Por muy felices que podamos ser de otra manera, si nuestro ser amado está en una situación trágica, nosotros también llegamos a ser infelices.

     Cuando miramos las cosas desde este punto de vista, podemos disfrutar suma felicidad cuando estamos con nuestro seres amados, compartiendo con cada uno un amor ideal al sumo grado. No sabemos a que estamos destinados en nuestra vida. Marchamos en el camino sin saber nuestro futuro. Estamos siempre inseguros. Centrados en nuestros padres físicos, la felicidad será mortal. Lo mismo se aplica centrados en nuestros hermanos y hermanas, y centrados en parejas de casados. El amor con estas personas puede cambiar e incluso llegar a ser efímero. Entonces debemos buscar y encontrar ese amor ideal que dure por toda la eternidad. Parece no haber tal amor en el mundo, pero nunca pararemos de buscarlo. Especialmente buscamos a aquel que proporcione el amor entre padres e hijos, y el amor entre marido y esposa que dure por toda la eternidad bajo su protección. Este alguien debe ser inmutable, único y eterno, este es Dios.

     Sin Dios como punto central o punto de comienzo no podemos hacer todas estas relaciones inmutables y eternas. Debe haber una persona con una misión central, como el delegado del amor de Dios, alrededor del cual todas estas relaciones serán restauradas a su forma deseada. Debe llegar a ser el mediador entre Dios y el hombre para hacer esta relación de unidad entre Padre e hijo. La relación debe ser restaurada entre los padres e hijos, hermanos y hermanas, entre marido y esposa a la forma original que Dios pensó hacer al tiempo de la creación. Nosotros perseguimos esta relación, y realizar esta relación es el último destino de nuestras vidas. Una relación ideal de verdadero amor no puede ser efímera, sino inmutable, única y eterna.

     Como dije antes, una relación de amor debe existir por la relación entre sujeto - objeto, no podéis disfrutar del amor vosotros solos. Es decir, cada uno necesita alguien que lo ame y proteja en un medio ambiente ideal provisto por esta persona. Entonces solo podemos estar realmente relajados en un medio ambiente que confiemos que nunca cambiará. Por muy duramente que lo intentemos no encontraremos ese estabilidad en la sociedad humana. Todo en la sociedad humana es temporal y mutable. Necesitamos a alguien absoluto e inmutable. Debe ser un ser omnipotente. Por consiguiente, a lo largo de la historia el hombre ha buscado encontrar a Dios a través de la creencia religiosa. En la verdadera religión debiéramos ser capaces de restaurar la verdadera relación entre padres e hijos, hermanos y hermanas y marido
y esposa. Conociendo esto ¿querríais llegar a Dios a través del mediador, aquel que es el perfecto objeto de Dios, el perfecto sujeto? ¿0 querríais ir directamente a Dios? ¿Qué preferís? Estáis muy por debajo del modelo en el que deberíais estar, por tanto debéis recorrer el camino, y el mediador es el camino.

     En cierto sentido, una religión es el mediador, porque cada religión enseña acerca de Dios. Sabéis que Dios existe, pero ¿en qué relación con Dios querríais estar vosotros mismos? La relación primera y también la más deseable es la relación padre - hijo. Por tanto, queremos servir a Dios como a nuestro padre, con El en la posición de sujeto, y nosotros en la de objeto. A veces queremos hacer de Dios nuestro amigo, a veces desearíamos tenerlo como nuestro hermano. En un amor absoluto, El puede serlo todo para nosotros. En ese amor, un padre no se quejaría si su hijo le mandase, aunque el se queda en la posición del padre. En la relación de un amor así, un marido no se quejaría nunca de ser dominado por su mujer, y viceversa. Solo el amor y nada más que el amor hace esto posible. El amor es la ley más alta y el sagrado vínculo que lleva a dos o más seres a la unidad armoniosa. Por muy altos en autoridad, conocimientos o riquezas que estemos, todos llegamos a ser tiernos y obedientes como corderos cuando sentimos tal amor. No hay nadie en todo el mundo que rehuse este amor o lo desestime.

     ¿Hay alguien que no esté dispuesto a ser dominado por esa clase de amor? Incluso Dios está dispuesto a ser dominado por ese amor, no hablemos del hombre. El amor es grande. Dios es el mismísimo corazón de amor que hace de El lo más grande. El amor es el poder que motivó que Dios crease al hombre y sólo el amor es lo que hace a Dios absoluto. Centrado en el amor, incluso el Absoluto y Supremo Ser se siente gustoso de estar a disposición de alguien que es la encarnación de Su amor. Para tal hombre, Dios es el Padre que esta dispuesto a llegar a ser todo para él. Dios es el Padre de todos los padres para el hombre. El tiene el absoluto amor que sobrepasa incluso el amor de los padres modelos. Con ese amor El puede abrazar a todos los padres del mundo. De hecho, Dios creó al hombre de Su amor paternal. Sin ese amor moriríamos.

     Dios está siempre dispuesto a dar la clase de amor que más satisface y que es más deseado por la persona que busca una relación con El. Si quisiéramos amor paternal de Dios, El está preparado para ello. Si quisiéramos de El amor fraternal o conyugal, o el amor de un amigo, El está dispuesto a ello. El es también el símbolo y realidad del amor nacional y amor universal. En nuestra iglesia posibilitamos que la gente comprenda y sienta el amor de Dios en tal dimensión. ¿No es maravilloso que el Dios de amor nos esté protegiendo en cada posible relación? Nosotros, como encarnación de Su amor podemos en respuesta proteger a otros, incluso a nosotros mismos a lo largo del camino del destino, con este poder del amor de Dios.

     Cuando nos pellizcamos a nosotros mismos, nos duele. Pero si se nos garantizasen múltiples beneficios después del dolor, ¿no lo soportaríamos alegremente? Con esta confianza podemos avanzar en cualquier camino de miseria y penalidad. Cada uno está inquieto e inseguro en el camino del destino, sin saber qué nos reserva nuestro futuro. Si en esta oscura situación encontramos una luz que nos da la clara y completa imagen de a donde estamos destinados, ¿cómo no vamos a partir hacia la meta donde el nuevo mundo de amor centrado en Dios y armonía nos espera? ¿No abandonaríamos nuestra vieja forma de vida y abrazaríamos la nueva? A causa del ente malo, Satán, tenemos que allanar y enderezar el camino, repeliendo el poder satánico, a medida que pasamos, estableciendo el Reino de Dios en nuestros corazones, y compartiéndolo con nuestro prójimo. Dios es el Ultimo Ser subjetivo, y nosotros como Sus objetos queremos trabajar para Su provecho y el nuestro, y finalmente encontrarle y unirnos a
El en perfecta unidad.

     Si estamos seguros del amor de Dios podemos vencer cualquier dificultad, por muy ondulado que sea el camino. Cuanto mas difícil es el camino, más fuerte es nuestra convicción de que éste es el atajo a través del cual alcanzaremos la meta lo más pronto posible. Allí podemos encontrar a Dios, quien está ansiosamente esperando por nosotros, lleno de bendiciones para dar a aquellos que avanzan hacia adelante con todo su conocimiento y comprensión. Una vez que hacemos esto, la miseria e infelicidad no pueden dominar nuestras vidas. A través de nuestra experiencia diaria, sabemos que sin amor no podemos vencer las miserias en nuestro camino del destino.

     Vamos a suponer que un hombre muriese por infortunio en el camino de su búsqueda del último Ser subjetivo. Sin embargo, su muerte no es el fin, sino el comienzo de su vida. Entonces, en el mundo espiritual, este hombre podría decir a Dios incluso que murió para vivir en el mundo espiritual, para disfrutar más plenamente el amor de Dios. Debemos estar dispuestos a morir, pero morir con el amor de Dios en nuestros corazones. Si imaginamos que vamos a morir en el seno del amor de Dios, entonces no tendremos en absoluto una muerte miserable. En este caso, la muerte de un hombre podría ser de más alto valor que cualquier otra muerte, porque moriría con la mejor actitud. Si tu esposa hubiese muerto ya hace tiempo, y después de morir tu esta clase de muerte inestimable, te unieses a ella en el mundo espiritual ¿no te respetaría y amaría más que te amó y respetó en la tierra? Si te murieses por alguien, y esta persona viniese más tarde al mundo espiritual ¿no te amaría y serviría? El amor de ellos en el mundo espiritual debe ser de más alta dimensión que su amor en la tierra.

     En la Biblia leemos muchas cosas paradójicas. Jesús dijo: "Si me amas, niégate a ti mismo, coge tu cruz, y sígueme". (Luc.. 17:33). El también dijo que: "Todo el que procure salvar su vida la perderá." Estas palabras nos alientan a lograr el amor de más alta dimensión a costa de cualquier cosa. Si vosotros me amáseis tanto como para morir por mi, y yo os encontrase más tarde en el mundo espiritual, ¡qué felices seríamos de vernos el uno al otro! Si verdaderamente amáis a alguien, moriríais siempre alegremente por él. Aunque muriéseis, ello no significaría el fin, sino una nueva vida. Por esta clase de muerte de sacrificio, pasamos a través de la barrera de peaje para alcanzar el mundo de amor que es eterno y de una más alta dimensión. Entonces no tenemos miedo del amor. ¿Estáis dispuestos a tener esta clase de muerte? Cuando sabemos que viene después de la muerte, somos gente feliz, aunque debamos morir.

     Todos hemos descubierto grandes cosas. Yo he pasado por dificultades indescriptibles, pero estoy seguro de que soy el hombre más feliz de todo el mundo - ¿no es verdad? Soy feliz porque sé como vencer la infelicidad con amor. Soy la clase de persona que odia ser alegrado, pero amo simpatizar con los demás, y siento inmensa felicidad haciendo felices a los demás. Cuando quiero simpatizar con los demás espontáneamente, ¿puedo quejarme de lo que tengo que hacer? De esta forma, puedo disfrutar el sabor real del amor. Cuando soy alegrado puedo probar solamente el amor pasivo que no es lo que yo deseo.

     Alguien podría pensar que nuestra fe nos fuerza o nos conduce al camino del dolor. Pero yo espero que la mayoría de vosotros puede vencer el dolor digeriéndolo con el poder del amor, porque la felicidad y el amor se nos promete al fin de la penalidad. Como indica nuestra tema, queremos que alguien nos proteja en el camino del destino. Ese alguien debe ser Dios. Pero incluso Dios no puede protegernos o amarnos cuando no lo merecemos, es decir, cuando no
establecemos la condición para recibir ese amor. Dios no necesita dinero, posición o conocimiento. Lo que necesita es amor. Y nosotros necesitamos ese amor también, porque por el verdadero amor podemos disfrutar del privilegio de controlarlo a El. Si podemos hacer esto, podemos controlar nuestro propio destino

     Aquellos que están ardientemente enamorados de Dios pueden vencer fácilmente la infelicidad, porque el camino de la infelicidad los conducirá hacia la felicidad. Cuando yo estuve en prisión en Corea del Norte, sufrí severa tortura; cuanto más severa era la tortura, más fuerte me sentía. Cada una de las células mías eran movidas a luchar contra el dolor. Yo imaginaba que con cada golpe la bendición de Dios sería multiplicada. A causa de esto no temía a la tortura y podía soportarla fácilmente. Si tenemos esta actitud podemos enderezar el camino torcido y allanar el camino lleno de baches. Aunque nuestro sendero de vida sea inquieto, inseguro, efímero, lleno de miseria que es más que la muerte misma, sabemos que a través del amor de Dios hacia nosotros y de nuestro amor a Dios, podemos pasar por el camino sin dificultad. Cuando estamos dispuestos a vivir y morir en el amor de Dios, merecemos protección de Dios. Este es el camino que tiene que recorrer cada ser humano. Dios puede protegernos en nuestro camino del destino.






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