EL AMOR Y LA VIDA

EL AMOR ES EL VALOR SUPREMO

¿Qué es lo más valioso en nuestra vida? ¿Qué es lo que nos hace felices? Algunos dirán "el dinero y las riquezas". Otros responderán sin duda que la "sabiduría y el conocimiento". Y otros sugerirán "el poder, la posición y la fama." Entonces, ¿son -el dinero, las riquezas, los conocimientos, el poder, la fama- las cosas más importantes de la vida. Cuando encaramos seriamente esta cuestión, surgen otros pensamientos. No hay duda que las riquezas, los conocimientos, el poder y la fama, son cosas valiosas que todos buscamos, pero que, en sí mismas no son la fuente de nuestra felicidad. Una persona puede tener todas las riquezas del mundo, así como conocimientos, pero si es obligada a vivir sola, no sería feliz. Todos esos elementos como dinero, riquezas, conocimientos, poder, fama; sólo tienen sentido y valor cuando son compartidos, o usados para el beneficio de los demás.

Somos felices cuando podemos compartir con otras personas nuestra posición, nuestras riquezas, nuestros conocimientos o cualquier cosa valiosa que poseamos. ¿Si alguien nos ofreciera millones de dólares así como conocimientos y poder a cambio de nuestro querido marido o esposa, nuestros padres o hijos, los venderíamos? ¿Seriamos felices después? Sólo cuando tenemos relaciones armoniosas de amor verdadero con los demás, esto nos hará sentir la máxima felicidad.

Así pues, la felicidad requiere de una relación con alguien y esto es verdad tanto para el hombre, como es verdad para Dios. Por lo tanto, tenemos que llegar a la conclusión de que lo más precioso en la vida es el amor. Ninguna suma de dinero, poder o conocimientos puede igualarse al infinito poder del amor verdadero. No importa cuanto tiempo vivamos, nuestra existencia biológica no tiene valor a menos que experimentemos el amor.

Cuando observamos nuestro universo, nos damos cuenta de que cada ser existe a través de la unión de elementos pares. Eso es cierto en todos los niveles, empezando incluso por el reino mineral. Los átomos y moléculas se forman por la unión de un elemento positivo y negativo. En el nivel de las plantas, la existencia y la reproducción requieren la unión del estambre y el pistilo, que representan los aspectos masculino y femenino.

El sistema de pares es incluso más obvio en el nivel de los animales. Los peces, los pájaros, los mamíferos y todos los animales existen como macho y hembra. Finalmente los seres humanos, son hombres y mujeres. ¿Por qué existe este sistema de pares? ¿Es que acaso existió algún hombre en toda la historia que planeara crearse a sí mismo como masculino, con todos sus órganos y características, porque tenía que existir un complemento femenino con el que formar un hogar y procrear hijos? ¿Acaso alguna mujer lo planeó? Por supuesto, que no. ¿Quién entonces? Es obvio que tuvo que ser el mismo Creador, el primero en pensar y planear en crearnos como hombre y mujer para el propósito de formar una unidad en amor.

El creador dividió todo en masculino y femenino para que ellos pudieran unirse a través del dar y recibir amor. Dios creó todas las cosas formando parejas recíprocas para que todos los niveles de la creación experimentasen alegría y amor. El propósito de Dios en crear el mundo fue el de tener un objeto para amar. Su propósito en crear a padres e hijos, esposo y esposa y todas las cosas en pares en este mundo fue para establecer el amor verdadero en la creación. Así como los padres viven para sus hijos y los hijos para los padres, los maridos para sus esposas y las esposas para sus maridos. Todos los seres en la creación existen para vivir y darse los unos a los otros. A través de la acción del amor, cada especie se multiplica y extiende su linaje.

El concepto del amor fue lo primero en la mente de Dios y El luego creó al hombre y a la mujer. El hombre y la mujer pueden encontrar amor verdadero solamente el uno a través del otro.

¿Vivimos los hombres y las mujeres con el propósito de comer tres veces por día y dormir ocho horas cada noche? No, vivimos para el amor. Así es como Dios nos creó.

Dios es la primera personalidad y la personalidad humana proviene de Dios. Es por eso que los hombres y las mujeres están dispuestos a sacrificar sus propias vidas por el bien de los que aman.

La palabra "sagrado" debe estar conectada al amor; solamente en el contexto del amor, la palabra "sagrado" tiene significado. Por ejemplo, cualquier marido que sea capaz de sacrificarse por el bien de su esposa es un marido sagrado, y viceversa. La persona que está dispuesta a morir por sus padres será un hijo con piedad filial; es un hijo o una hija sagrada. La persona que da su vida por el bien de la humanidad es un santo.

El amor es el valor supremo. El amor no existe para uno mismo, sino que existe para otros. El amor verdadero comienza cuando nos sacrificamos y vivimos para el propósito de amar a los demás. El amor verdadero es altruista y da constantemente para el beneficio de los demás, olvidando lo que ha dado. Si conscientemente recordamos lo qué hemos dado, entonces empezamos a calcular cuanto de lo dado es bastante. Y si decidimos que ya hemos dado lo suficiente, entonces el amor no puede continuar eternamente. El amor verdadero es el acto de dar sin la condición de recibir. Todos deben inclinarse ante este amor verdadero. El amor verdadero tiene poder y dominio sobre todas las cosas, sólo el amor verdadero transciende todas las barreras.

Para que podamos llamar a algo verdadero, debe contener cuatro características. Debe ser único, eterno, incambiable y absoluto.

EL AMOR Y EL PROPOSITO DE LA VIDA

El ideal eterno e incambiable de Dios es la creación de un mundo de amor, paz y felicidad para la humanidad.

El más importante y profundo de todos los atributos que existen en el carácter Divino es el "corazón". Podemos definir al "corazón" como el fuerte impulso emocional de obtener alegría y felicidad a través del amor. En el "corazón" de Dios existe ese irresistible estimulo, esa irrefrenable fuerza emocional y deseo de amar. Es por esta razón que comúnmente decimos que Dios es amor. (I Juan 4:7-8). Porque el amor se origina en Dios.

El amor existe sólo cuando hay alguien a quien amar y alguien que nos ame. Dios necesita crear a la humanidad para realizar Su amor. Es por amor que los seres humanos son la creación suprema.

Un ideal necesita ser compartido con alguien. Y esta es la profunda razón motivadora que Dios tuvo para crear a los seres humanos. A los que creó a Su imagen y semejanza como la manifestación visible de sus características invisibles. Como objetos de su amor, en la posición de hijos, para ser la fuente de Su alegría y compartir Su creatividad.

Dios creó el mundo físico y el mundo espiritual como el ambiente y objeto de alegría para la humanidad. Cuando uno está unido con Dios en verdadero amor, uno tiene dominio sobre toda la creación de Dios, tanto la física como la espiritual.

El verdadero amor contiene los tres grandes atributos de "herencia," "participación," e "igualdad." Por ejemplo, si una mujer pobre y sin estudios se casa con el presidente y forman una pareja feliz; entonces lo qué pertenece al marido también pertenece a la esposa. Ella adquiere el derecho de participar en los intereses de su marido y como se aman mutuamente mucho mas que a si mismos llegan a ser iguales en valor.

Cuando uno vive completamente para los demás, uno está alcanzando la esencia misma del ser de Dios. Las vibraciones de Dios se convierten en nuestras vibraciones, los sentidos de Dios se nos transmiten naturalmente. Viviendo de esta manera, llegamos a ser un cuerpo resonante del corazón y el amor de Dios. Ese es el estado de perfección que Dios quiere que alcancemos y por el que originalmente nos creó.

Para realizar Su propósito, Dios creó al hombre y a la mujer para que primero crecieran y alcanzaran su perfección individual. Luego, con Su bendición se unirían intoxicados en amor, estableciendo una pareja eterna, llegando a ser padres verdaderos para sus hijos, transmitiéndoles la vida física y espiritual. (Este ideal está expresado en el Génesis 1:28.).

El propósito de nuestra existencia es la realización de este ideal de amor verdadero y felicidad en la familia, el cual se extenderá naturalmente a la sociedad, la nación y el mundo. De entre todas las instituciones que existen o puedan crearse, la familia es la primera, la más básica e importante, por ser Dios mismo Su fundador. La familia es la unidad fundamental y el elemento indispensable en la construcción de cualquier sociedad. Si no podemos lograr paz, amor y felicidad en nuestros hogares, no existirá esperanza de crear paz, amor y felicidad en la sociedad, la nación o el mundo. Buenas familias son elemento imprescindible para realizar una sociedad sana, prospera y feliz en cualquier parte. (ver diagrama # 1). La familia es la escuela del amor y el lugar ideal donde el amor de Dios se ve expresado en las relaciones humanas. En la familia, cada uno crece, aprende y experimenta los ilimitados reinos del amor: Primero, el amor filial hacia nuestros padres, luego el amor entre hermanos y hermanas, después el amor conyugal con nuestra pareja, y finalmente el amor paternal hacia nuestros propios hijos e hijas. Cuando aprendemos y experimentamos estos cuatro reinos de amor en nuestro corazón, nos graduamos en esta escuela del amor. A través de este proceso nos preparamos para señorear todas las complejas relaciones de la sociedad en general.

Cuando observamos la familia, vemos que los padres están en la posición central. La familia se forma sobre la base del amor entre un hombre y una mujer. El amor es como el pegamento, el elemento que los une y que mantiene esa unidad. El amor y la familia son inseparables y por lo tanto es absolutamente necesario descubrir el valor y el propósito transcendental que el amor tiene en nuestras vidas.

En la historia, distintos puntos de vista sobre la vida, el universo y Dios han presentado problemas no resueltos. La solución de estos problemas se hallará cuando un verdadero hombre y una verdadera mujer se unan con Dios en verdadero amor, creando una unidad absoluta, debido a que ese es el propósito original de Dios y la fuente del valor absoluto.

Cuando observamos a los adolescentes, vemos que se están preparando para el amor tanto en lo físico como en lo espiritual. Por eso suelen ser muy románticos, idealistas, sensibles y apasionados. Esas son las señales de que se están abriendo a las sensaciones completas del amor en el cuerpo, la mente y el espíritu. Son como un capullo antes de abrirse. La dulzura está guardada dentro. Así pues, antes de ser bendecidos en matrimonio deberían ser como un capullo bien cerrado, guardando así la fragancia en lo más profundo de su ser.

Cada joven debería valorar y guardar cuidadosamente su pureza y virginidad como su más valiosa fortuna. Esa es la mejor garantía para el éxito de su futura familia. La castidad y la pureza de corazón antes del matrimonio garantizan el continuo crecimiento de nuestra personalidad y espíritu. Existe una definitiva correlación entre el desarrollo de una sexualidad sana y el crecimiento espiritual hacia una vida de integridad y rectitud como adulto. Estos elementos son necesarios para construir con éxito una unión de amor verdadero en el matrimonio. Sobre ese fundamento, hombre y mujer pueden establecer una pareja fuerte y ser padres capaces de transmitir a sus hijos una verdadera tradición de amor. Este es el principio divino.

Dios creó al hombre para la mujer y la mujer para el hombre. De manera que podemos decir que desde el mismo momento en que una persona nace, nace para su compañero o compañera. Hombre y mujer son la manifestación sustancial de las características masculinas y femeninas que provienen de Dios. Son como acumuladores que se van cargando de energía proveniente de Dios, pero de una polaridad opuesta. Se forma una especie de electricidad entre el hombre y la mujer, así como cuando el positivo y el negativo de un circuito eléctrico se encuentran y la corriente fluye; Dios generaría más y más voltaje entre ellos creando una enorme chispa y una bola de fuego de amor. Esa chispa significa unidad y creatividad.

Cuando una chispa se produce entre los hombres y mujeres, se crea un campo magnético fluyendo desde Dios. Por lo tanto, toda la creación es como una máquina de amor. Dios creó a los seres humanos para ser la parte interna de la máquina, mientras que el universo es la máquina externa. Ambas vibran juntas con la misma onda de amor.

¿En qué lugar finalmente se conectan el hombre y la mujer para la consumación de su amor? Ese lugar son los órganos sexuales. El órgano del amor del hombre, así como el de la mujer, están situados en el centro del cuerpo, en ellos se concentran todos los sistemas nerviosos. Dios los puso en un lugar protegido, como una construcción oculta. Estos órganos si el hombre no se hubiera degradado en el origen, deberían estar conectados en última instancia a su central de energía, que es Dios. Los órganos sexuales deberían ser originalmente el palacio del amor de Dios. Deberían de ser los lugares más importantes y sagrados, pues en ellos se consuma el amor, a través de ellos se crea la vida y se transmite el linaje.

Dios creó al hombre y la mujer de tal forma que se armonizan sexualmente. El órgano sexual del hombre es propiedad de su esposa y viceversa. Marido y esposa intercambian la propiedad de sus órganos y desde ese momento hay un sólo dueño para siempre. Esta es una verdad simple y ningún poder la podrá cambiar. El problema ha surgido con la idea de que nosotros tenemos la potestad sobre nuestro órgano sexual y que tenemos el derecho de usarlo de cualquier modo que el cuerpo desea.

En la búsqueda de una familia estable y feliz necesitamos establecer un principio imprescindible: Las relaciones sexuales pertenecen solo al matrimonio. Sólo el marido y la esposa tienen la llave de acceso para abrir esos lugares sagrados para el cumplimiento del amor celestial. Ese acto de amor está destinado a ser la posesión mas sagrada del marido y su esposa y nunca debe profanarse permitiendo que un extraño entre y lo adultere o corrompa. Esta es la forma correcta de comprender la relación entre marido y esposa. Una vez que el hombre y la mujer encuentran su amor verdadero, es algo eterno y permanente y no puede existir un amor alternativo.

La primera noche cuándo se comparte el primer amor, el momento cuándo marido y esposa se funden juntos en total unidad a través de un amor completo físico y espiritual, cuándo los órganos sexuales se ensamblan en armonía total - ese es el lugar y el momento donde se cumple con el propósito entero de la creación.

Dios nos dio los órganos sexuales para que como marido y esposa podamos unirnos, lo que supone la bendición más increíble. A través de esa unión Dios quiere sentir placer en el Palacio del Verdadero Amor (los órganos sexuales). Ese es el punto de comienzo de la felicidad verdadera.

Heredamos nuestro linaje de sangre por medio del acto sexual. Ese no sólo es el momento cumbre de consumación para hombre y mujer, sino que es el punto culminante de consumación también para Dios. La imagen entera invisible de Dios se completa en ese instante. El mundo espiritual y el mundo físico, el Creador y lo creado, todo llega a ser uno en ese momento. Es ahí donde se manifiesta la alegría de la creación. Ese es el comienzo de la felicidad y la esperanza y por eso debemos de restaurar y lograr ese ideal. Esa es la vida que Dios concibió para cada hombre y mujer aquí en la tierra y cuándo se termina esta clase de vida en la tierra, iremos al Reino de los Cielos en el mundo espiritual eterno.

El estímulo y realización definitivos de los hombres y las mujeres son los del amor verdadero, no existe nada mejor. Es como el ancla de la vida. Cuando el amor de marido y esposa se consuma en este nivel tan sagrado, Dios está viviendo con ellos en todo momento. Una vez anclados en el corazón de Dios, el marido y la mujer pueden sentirse satisfechos y realizados para siempre.

El amor de nuestros padres origina nuestra vida física y transmite el linaje de sangre. El amor, la vida y el linaje están relacionados con los órganos sexuales. El vínculo del amor, la vida y linaje es lo qué da a la historia su continuidad, enlazando el pasado, el presente y el futuro. Por esta razón, el acto del amor debería ser lo más precioso, hermoso y santo en la vida. Pero, sin embargo, es muy significativo descubrir el hecho de que constantemente durante toda la historia humana, los órganos sexuales y el acto del amor hayan sido vistos como algo sucio y vergonzoso. También es sintomático que la mayoría de los idiomas usan frecuentemente el lenguaje más obsceno y vulgar para describir los órganos sexuales y el acto del amor.

El adulterio es la más grande traición imaginable contra el amor y, sin embargo, este problema, desafortunadamente lo vemos repetido, en todos los ámbitos y culturas a través del tiempo, así como la prostitución, que reduce el sexo a una mera mercancía. Los incestos, los abortos, las violaciones y toda clase de perversiones sexuales que se realizan a través de los órganos del amor, invadieron y contaminaron la vida de los hombres en todas las razas culturas y religiones a través de toda la historia humana pasada y presente. Estas son pruebas evidentes de que existe algo terriblemente equivocado y desviado en la conducta humana, en relación al amor y su expresión sexual. También nos prueba, como veremos más adelante, que el hombre en sus origenes se desvió y se degradó por tomar la dirección equivocada en cuanto al amor.

El impulso sexual es la fuerza interior más poderosa. Si no somos capaces de controlarla, conquistarla y usarla en la dirección correcta, entonces será esa fuerza la que nos conquistará a nosotros. Esta es la razón por la que ha sido tan difícil para el hombre superar el deseo por el amor ilícito. Todas las grandes religiones en la historia han tratado de superar este problema y por eso han puesto al adulterio y la fornicación entre los más grandes pecados. Incluso en muchos casos, han propugnado y defendido una vida de celibato como medio de purificación y acercamiento a la dimensión más alta del amor de Dios. Haciendo de esta forma, una clara distinción entre el amor original divino y celestial que aspiraban alcanzar y el nivel degradado y corrompido del amor mundano existente.

El amor es la fuerza más grande y poderosa en el universo y la fuente de la vida y la felicidad. El acto del amor está destinado, según la ley o principio divino, a ser la experiencia más hermosa, sagrada y sublime. Pero, si ese acto se realiza de forma ilícita se convierte en la experiencia más sucia, degradada y vergonzosa. Por lo tanto, el amor ilícito o prohibido es también una fuerza destructiva que causa grandes frustraciones, desengaños y sufrimientos.

Se puede hacer una analogía entre el poder físico de la energía atómica y el poder espiritual del amor. Si la energía atómica se usa sabiamente para propósitos pacíficos, es una fuente de prosperidad y progreso inimaginable, pero mal usada, la energía atómica se convierte en la fuerza más destructiva. En forma similar, cuando el amor se experimenta en la dirección correcta nos eleva y nos hace sentir la más grande felicidad, paz y armonía imaginables, pero si el amor se experimenta de forma inmadura o equivocada nos degrada y produce trágicos resultados, como divorcios, embarazos no deseados, abortos, incestos, violencia en el hogar, etc. (Véase diagrama).

LOS TRAGICOS RESULTADOS DEL MAL USO DEL AMOR

La corrupción sexual ha causado la caída de muchos grandes hombres y naciones a lo largo de la historia humana. Como el principal enemigo de la familia, el amor ilícito o prohibido es y ha sido la causa de amargas tragedias tanto para las personas y familias involucradas como para la sociedad en general.

Estas palabras contienen una vieja y severa sabiduría. Desde lo más remoto, pueblos y profetas compartieron juntos la creencia de que tarde o temprano la conducta sexual no controlada traería consigo el enojo de los dioses en forma de decadencia y autodestrucción. En la Biblia está escrito que las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas porque las personas que vivían en ellas llevaban una vida muy inmoral.

Las investigaciones modernas corroboran esta creencia. Arnold Toynbee, uno de los más grandes historiadores modernos escribe: "De entre las 21 civilizaciones más notables de la historia, 19 perecieron no por haber sido conquistadas, sino por la decadencia interior."

Otro historiador, el doctor J.D.Unwin de la universidad de Cambridge, hizo un estudio de ochenta civilizaciones que hubo en un período de cuatro mil años y concluyó diciendo que una sociedad o bien escoge promiscuidad sexual y degenera, o disciplina sexual y crea energía.

Sigmund Freud creador del psicoanálisis expresa: "Sólo puedo decir una y otra vez -porque nunca fui capaz de descubrirlo de otro modo- que la sexualidad es la clave para el problema de la psiconeurosis y de las neurosis en general". (Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad).

El imperio romano llegó a ser increiblemente fuerte y poderoso en su tiempo y sin embargo se derrumbó, no debido a una formidable fuerza invasora externa, sino por la decadencia interior que lo hizo débil y vulnerable. Desde los emperadores hasta la gente común, todos llevaban una vida sensual. Los arqueólogos cuando descubrieron las ruinas de la ciudad de Pompeya en Italia, que fue sorpresivamente sepultada por la erupción del Vesubio, pudieron reconstruir las escenas de la vida en el momento de la erupción y comprobar que el estilo de vida era realmente lujurioso, promiscuo y de una moral corrupta.

A la luz de lo expresado anteriormente, la idea de que el sexo es solamente una necesidad biológica más; un apetito que hay que satisfacer, como beberse "un vaso de agua" cuando se tiene sed, está totalmente errada. Y se sustenta en el concepto equivocado de que el hombre no es más que un simple animal evolucionado y racional, queriendolo desligar completamente de su dimensión espiritual y divina.

Necesitamos comer, beber, dormir, tener ropas y refugio para nuestra supervivencia individual. La actividad sexual es necesaria desde el punto de vista biológico para la reproducción de nuestra especie, pero no para mantener nuestra vida física individual. El acto sexual no es meramente una función física, el sexo es interpersonal y afecta directamente a otra persona, como ya hemos visto, su verdadero propósito está ligado a ser la expresión del verdadero amor.

Cualquiera que lo dude, puede comprobar lo sucedido en Rusia durante los primeros años de la revolución. Al principio se atentó deliberadamente contra el matrimonio y la familia. El divorcio se podía obtener por cualquier razón y en cualquier momento. El aborto era legal y facilitado. Las relaciones prematrimoniales eran favorecidas. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio, se tenían como normales. ¿Y qué sucedió? Según nos relata el profesor Sorokin de la universidad de Harvard; a los pocos años, hordas de niños salvajes y sin hogar eran una amenaza real para el país. Millones de vidas, especialmente muchachas, eran destruidas, el divorcio y el aborto llegaron a su máximo apogeo. Los odios y conflictos producidos por la poligamia y la poliandria se incrementaron rápidamente, y lo mismo ocurrió con las psiconeurosis. El trabajo en las fábricas nacionalizadas se descuidó. Los resultados eran tan alarmantes que el gobierno se vio obligado a invertir su política. La propaganda del "vaso de agua" fue declarada contraria a la revolución y en su lugar se erigió la glorificación oficial de la castidad y la santidad del matrimonio. En otras palabras, los rusos descubrieron la triste realidad de que el sexo, considerado como un apetito más, no sólo arruinaba al individuo, sino que arruinaba rápidamente al mismo estado.

La armonía y estabilidad social comienza, como es natural, con la armonía y estabilidad del hogar. Es una observación muy común, que la familia es la base moral de la sociedad, por lo tanto, el nivel ético y moral de una nación refleja el nivel moral de sus familias.

Necesitamos cariño y amor para nuestro crecimiento de la misma forma que necesitamos alimentos físicos para nuestro cuerpo. Cuando un niño no recibe la alimentación adecuada en su época de crecimiento sufrirá de raquitismo, desnutrición y otros problemas que afectarán la formación de su cuerpo. En forma similar, si no recibimos el amor, la atención y el cariño necesario de nuestros padres en el hogar aparecerán, como consecuencia, limitaciones, complejos y otros problemas que afectarán nuestro carácter y comportamiento adulto.

Muchas investigaciones sociológicas y estadísticas, nos prueban que en la sociedad muchos delincuentes y criminales provienen de hogares desintegrados y que la mayor parte de los problemas de alcoholismo, drogadicción y violencia están ligados a la distorsión o falta de amor en el hogar. De hecho, donde haya homosexualidad, amor promiscuo, drogas y alcoholismo, no tiene cabida un mundo de verdadero amor. ¿Cuántos han experimentado la crueldad de la infidelidad y el divorcio? ¿Dónde está Dios en los amores de una noche? ¿Qué podríamos decir de la pesadilla en la que viven los niños que han sido abusados sexualmente por uno de los padres? ¿Vale tanto ese amor promiscuo como la vida de un niño destrozado? La promiscuidad sexual es lo que más hiere a Dios. Un mundo promiscuo es absolutamente contrario a la Voluntad de Dios y al ideal de la familia. El amor surge del estímulo de una emoción inmaculada, pero la promiscuidad sexual carece completamente de pureza o de verdadera emoción.

En el tiempo actual, muchos problemas pueden ser eliminados gradualmente por el avance de la ciencia, la tecnología y el empleo de nuevos y más avanzados sistemas económicos, políticos y sociales. Pero, sin importar la magnitud de estos avances, observamos que cuanto más desarrollado llega a ser un país parece más incapaz de reconocer y controlar la inmoralidad sexual, el adulterio y los delitos sexuales. Tales actos suelen realizarse en privado y secreto. Este es un problema que ni las leyes, las píldoras, la tecnología, ni los actuales métodos de educación sexual son capaces de resolver.

Desafortunadamente muchos de los programas educativos modernos de educación sexual para la juventud, presentan una mera información física (genital), centrandose fundamentalmente en los aspectos biológicos, médicos e higiénicos del sexo, con toda gama de detalles sobre todos los métodos posibles para evitar el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual. Estas enseñanzas están a menudo desprovistas de los valores éticos y morales y fallan miserablemente en reconocer el valor verdadero y sagrado del amor y su expresión sexual. No es ninguna sorpresa, por tanto, que el resultado de este tipo de educación ha conducido a un incremento del mismísimo problema que tratan de solucionar. En lugar de enfatizar el valor de la castidad y una seria preparación para el amor y el matrimonio, estos métodos han servido en muchos casos a una abierta invitación a la experiencia sexual prematura, fomentando la actitud de que el sexo es una mera necesidad biológica y que sólo las consecuencias constituyen un problema si no se toman las medidas apropiadas.